lunes, 26 de septiembre de 2011

Anacleto y el panorama


En en párpado del universo epiléptico
en la ventana peligrosa de tu pestaña
en los oídos más sufridos de la tiranía
tú, con tus espasmos desviados
yo, con mi atragantada esperanza.

Torpedera que se queja, que se cae
que se rompe, que se muerde.
Que me muerde cuando me acerco
que me advierte en un regalo
en un reflejo
en un exacto
en unos suspensivos puntos
en los tres profundos
los más profundos
los más tétricos de la calle
de tu calle
de mi saliva
de tu rodilla
de mi patilla
de tu chasquilla
de mi tobillo
del que está inflamado.

Y entorpecer después los movimientos
para dejárselos al peluquero
y morder de nuevo para dejar
la herida enarbolada
enarbolada como tu cabeza
tu pequeño cráneo
tu pequeña oreja
tu pequeño codo
y tu gran espacio, ahí.

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