domingo, 5 de diciembre de 2010

Me pesan hoy las manos, en este ahora, en este, en este preciso, en este instante.

En este presente que se va mientras escribo y en este reloj que avanza como nada ni nadie. Voy a vivir tan fuera de ti, tan fuera del mundo, tan fuera de la maleza y tan fuera de mi cabeza, que los que me vean podrán reconocerme igual. Quizás menos yo. Yo no quiero reconocer a la que siempre vi por mis veinte años, no quiero darme cuenta que esta soy yo, aunque me gusta a veces serlo, porque no se, digo... soy carne y soy hueso, soy alma y soy cerebro.

Quiero extrañar mis huesos y mi frente que tanto toco. Paso tocándome la frente, porque ahora la tengo suave, no como antes. Y paso mirándome las manos y luego las analizo, paso tocándome el tabique y las costillas y paso sonándome y eso extrañaría. Antes cuando tenía el pelo más largo -cosa que ya extraño hace tiempo- pasaba mirándome las puntas y tocándolo como si fuera obsesión. Qué tonta de todas formas.

Ahora me reconozco mejor, mirándome así.

Hola, este fue un texto a las 5:20 de la mañana y me despido, segundo: no espero nada.

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